domingo, 20 de noviembre de 2011
Santa Claus
Santa Claus no es el mismo San Nicolás
Por: Rubilio Corado
Jo, jo, jo... es la carcajada de felicidad de un personaje que tergiversa la Navidad. En todas sus películas nos desea Feliz Navidad, pero en ninguna menciona el nacimiento del Niño Dios.
Santa Claus es un gordinflón que obliga a los padres de familia a gastar innecesariamente, y hace infelices a los niños que no reciben juguetes. Sin su vestuario rojo y blanco Santa Claus sería un “obeso bufón de mejillas chapeteadas, gran bebedor de cerveza, barriga de comelón, y nariz de borracho teutón”.
Con tal descripción nos parecería un personaje pagano, y no está lejos, pues su imagen se ha estereotipado como un vendedor de ilusiones en diciembre, producto de la mercadotecnia y publicidad, hoy en día cualquier desempleado puede ser este personaje imaginario, que desplazó a los Reyes Magos.
La leyenda de Santa Claus es una deformación de San Nicolás, Obispo de Myra (actualmente Demre, Holanda) quien vivió en el siglo IV y se distinguió por su espíritu generoso, hasta el punto de, conforme a la tradición, gozaba repartiendo regalos entre los pobres y sólo se disgustaba si estos se lo agradecían. Estas características de nobleza y generosidad lo convirtieron en patrono de los marineros.
En el siglo XI su fama se extendió por el Viejo Mundo, desde el Cercano Oriente hasta las regiones nórdicas. En Holanda por ejemplo, en el siglo XIII, los marineros habían erigido en su honor muchísimos monumentos, fue tanta su popularidad que llegó a ser declarado Protector de los Niños, y desde entonces en Holanda se celebra el 6 de diciembre la fiesta de San Nicolás (por considerar ese el día de su nacimiento). Durante ese día un monje se viste de rojo y barba larga y reparte regalos a los niños.
La fama generosa de patrono, motivo la confección de leyendas que lo consideraban vencedor de Pedro el Negro (el Diablo), quien el 6 de diciembre era encarcelado. Tomando la idea de esta leyenda es creada la versión de Santa Claus, un personaje de manto rojo y barba larga, que cabalgaba por los tejados y arrojaba caramelos por las chimeneas.
Después de quince siglos de antiguedad de la leyenda de Santa Claus, fue hasta el siglo pasado cuando se le dio la vestimenta y la figura que hoy lo caracteriza, ya que antes no se habían precisado, su corpulencia ni vestuario. En ocasiones se le presentaba a la usanza holandesa, llevando una túnica larga de tipo sacerdotal y otras veces se le hacía aparecer en una chaqueta guarnecida de pieles.
Fue en la segunda década del siglo pasado, ya en plena era industrial, cuando el caricaturista norteamericano, Tomás Nast, publicó en la revista Harper’r Weekley la figura rechoncha y jovial que tipifica a Santa Claus. Posteriormente, la imaginación popular, particularmente la infantil, y los efectos especiales de los cineastas de Hollywood le dieron a este personaje poderes especiales, capacitándolo para volar por los aires sobre un trineo tirado por venados y lo hicieron así mismo habitante de una inexplorada región del polo norte, elementos de atracción que superaron y sustituyeron a los orientales Reyes Magos.
¿Superará la navidad de Santa Claus, la Navidad del Niño Jesús?
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